La COP26 será decisiva en la agenda 2021 del clima

15 de abril de 2020

El comunicado de la semana pasada en el que se anunciaba que la cumbre climática de la ONU (COP26) prevista para noviembre, se posponía hasta 2021, no es sorprendente tiendo en cuenta la lucha global sin precedentes que se está desarrollando para contener el impacto del Covid-19. 

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A pesar del aplazamiento, no hay dudas de que la COP26 será un hito importante y decisivo si queremos lograr un progreso significativo en la limitación del aumento de la temperatura global en menos de 1,5oC. A medida que nos embarcamos en esta importante década para la lucha contra el cambio climático, el mundo necesita una respuesta más intensa; una que permita la regeneración ambiental junto con el progreso económico y social. 

Mientras llega la COP26, las instituciones internacionales deben desafiar la idea de que “reducir las emisiones de carbono limitará la prosperidad económica”. Si los gobiernos de todo el mundo consideraran los beneficios económicos de crear más empleos sostenibles, aumentar las exportaciones de bienes y servicios ecológicos y la inversión en tecnología e innovación quedaría claro que la descarbonización, como ha dicho el gobernador saliente del Banco de Inglaterra, Mark Carney, representa “la mayor oportunidad comercial de nuestro tiempo”.

Los convocantes deberían plantearse qué debates se deben producir. Mientras los gobiernos, las empresas y los delegados se preparan para la COP26, a nosotros nos gustaría ver tres cosas: una mayor cooperación entre legisladores y empresas, una mayor transparencia empresarial y de inversión, y una mayor involucración de los ciudadanos. 
Cooperación ininterrumpida entre legisladores y líderes empresariales
En las cumbres climáticas, que se remontan a la década de 1990, los negociadores principales han sido los ministros de energía y medioambiente, en lugar de los presidentes y primeros ministros de los países con altas emisiones de carbono, lo que significa que el poder de compromiso ejecutivo y políticha sido limitado. Además, los negociadores a menudo han sido reticentes a aceptar cualquier propuestaque pudiera causar tensiones políticas en el país, como aumentos en los precios del combustible o gravámenes adicionales sobre la producción comercial.

Sin embargo, los ministros actuales a cargo de los compromisos y políticas climáticas tienen mucho más poder del que solían tener. Por ejemplo, el ministropara el Cambio Climático de Nueva Zelanda tiene poder legislativo para solicitar a ciertas organizaciones que brinden información sobre sus planes de adaptación al cambio climático.

Nuevos poderes de este tipo sientan las bases para dinamizar las nuevasrelaciones entre líderes empresariales y legisladores. Formalizar relaciones cercanas entre los líderes empresariales y sus contrapartes políticas garantizará que se realice un cambio efectivo lo más rápido posible, ya que la política puede traducirse más rápidamente en acción, lo que será vital para que se cumplan los objetivos alcanzados en el Acuerdo de París.

Mayor transparencia en los negocios y la inversión
Estrechamente relacionada con este tema está la necesidad de transparencia con respecto a los objetivos de cambio climático que actualmente están estableciendo los gobiernos de todo el mundo. Esta preocupación por el medioambiente se ha extendido al sector de los servicios financieros y se está traduciendo en un análisis exhaustivo de los criterios considerados en la actualidad dentro de los factores ESG (gobierno ambiental y social). La reforma de los informes y la regulación de estos fondos responsables es uno de los puntos claves del Pacto Verde Europeo, en este sentido, se alienta a los financieros de todo el mundo a tener en cuenta el impacto ambiental de sus inversiones. 

La información detallada sobre las políticas ESG puede y debe convertirse en norma para todos los sectores en todo el mundo, y es una iniciativa digna de debate y acuerdo en la COP26. Al abogar por una mayor transparencia, los delegados pueden garantizar que se cumplen las ambiciones de minimizar el cambio climático, impulsadas por una cultura de comunicación honesta. 
Aprovechar el poder de los ciudadanos
En los últimos dos años se ha observado el crecimiento del activismo social, con muchos millones de consumidores y ciudadanos exigiendo acciones más urgentes a políticos y empresas para abordar el impacto negativo del cambio climático. La popularidad que han alcanzado estas acciones dirigidas por los ciudadanos ha demostrado que una respuesta ambiciosa al cambio climático no puede llevarse a cabo sin una ciudadanía involucrada. 

Los delegados en la COP26 deben aprovechar estas ansias de cambio, involucrando a la sociedad y dando voz a los ciudadanos. Grupos como la “Convención Citoyenne pour le Climat” en Francia y las “Citizens’ Climate Assemblies” en el Reino Unido ejemplifican la capacidad de los gobiernos para cooperar con los ciudadanos y así crear conciencia y decidir sobre medidas contra el cambio climático. Tal enfoque refleja la capacidad de cooperación entre gobiernos internacionales. Ahora, los delegados deben asegurarse de llevar este espíritu de cooperación a sus respectivos países. 

Independientemente de la forma en que se desarrollen los debates en la COP26 del próximo año, es de vital importancia que cualquier acuerdo alcanzado haga que la década de 2020 sea clave para poner freno al aumento de las temperaturas. La cooperación internacional es importante, y las cumbres internacionales como la COP26 juegan un papel fundamental en el restablecimiento de la agenda climática. 

Pero, al mismo tiempo, necesitamos implantar una cooperación más efectiva entre los responsables políticos, los inversores, los líderes empresariales y los ciudadanos. Solo así podremos canalizar con éxito la ambición política y social en la respuesta creciente y decidida a la emergencia climática que necesitamos. 

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